«El trabajo es la fuente de casi todas las miserias existentes en el mundo. Casi todos los males que se pueden nombrar proceden del trabajo o de vivir en un mundo diseñado en función del trabajo. Para dejar de sufrir hemos de dejar de trabajar.
Eso no significa que tengamos que dejar de hacer cosas. Significa que hay que crear una nueva forma de vida basada en el juego, dicho de otro modo una revolución lúdica. (...)El juego va más allá de los juegos infantiles, por dignos que sean. Hago un llamamiento a favor de una aventura colectiva basada en el júbilo generalizado y la exuberancia libre y recíproca. El juego no es pasividad.(...)
La realidad existente es totalmente incompatible con la vida lúdica. Tanto peor para la "realidad", el agujero gravitatorio que nos sorbe la poca vitalidad que aún distingue a la vida de la mera supervivencia.
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Quizá os preguntéis si hablo en broma o en serio. Hablo en broma y en serio a la vez. Ser lúdico no equivale a ser ridículo.(...). Quiero que la vida sea un juego, pero un juego en el que haya mucho en juego. Quiero jugar para siempre jamás.
La alternativa al trabajo no es la mera gandulería. Por más que valore el placer del sopor, nunca será tan gratificante como cuando se lo alterna con otros placeres y pasatiempos. Tampoco estoy abogando a favor de esa válvula de escape sometida a la disciplina del reloj llamada "ocio"; nada más lejos. El ocio es no-trabajo en función del trabajo; es el tiempo que invertimos en recuperarnos del trabajo y en esfuerzos desesperados por olvidarnos de él. (...). La diferencia entre el trabajo y el ocio es esta: por lo menos en el trabajo la alienación y la crispación son remuneradas.
(...). Cuando digo que quiero abolir el trabajo, eso es exactamente lo que quiero decir. (...)El trabajo es producción impuesta por medios económicos o políticos, ya sea mediante la zanahoria o el palo.(...)
Por lo general (...) trabajo equivale a empleo, es decir, trabajo asalariado, venderse uno mismo a plazos.(...)
La degradación que la mayoría de trabajadores experimenta en el lugar de trabajo es la suma de variopintas humillaciones que cabe agrupar bajo la denominación de "disciplina".(...). La disciplina es aquello que la fábrica, la oficina y el almacén tienen en común con la prisión, la escuela y el psiquiátrico. (...)La disciplina es la forma distintivamente diabólica de control moderno, una innovación impertinente que habrá que desterrar a la primera ocasión.
Eso es el "trabajo". El juego es todo lo contrario.(...). Existen muchos buenos juegos que se rigen por reglas, pero jugar es algo que va mucho más allá de los juegos particulares. Conversar, follar, bailar, viajar: ninguna de estas actividades se rigen por reglas, pero sin duda se trata de actividades fundamentalmente lúdicas.(...)
El trabajo convierte la libertad en una parodia. (...)como han demostrado Foucault y otros, las prisiones y las fábricas aparecieron más o menos al mismo tiempo, y quienes las gestionaban se inspiraron conscientemente en sus técnicas de control respectivas.
Un trabajador es un esclavo a tiempo parcial.(...)
Sócrates decía que los trabajadores manuales eran malos amigos y malos ciudadanos porque no disponían de tiempo para cumplir con las responsabilidades de la amistad y la ciudadanía. Tenía razón. (...). Cicerón dijo que "quien entrega su trabajo a cambio de dinero se vende a sí mismo y se sitúa entre las filas de los esclavos".
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(...)la definición que dio del juego Friedrich Schiller, como única ocasión en que el hombre realiza de manera total su humanidad dando rienda suelta a ambas vertientes de su naturaleza vital: el pensamiento y el sentimiento.(...)"El animal trabaja cuando carece de algo y juega cuando rebosa de energía".
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En un sistema de diversión permanente (...)No habrá más empleos, solo cosas que hacer y gente que quiera hacerlas. El secreto de la transformación del trabajo en juego, (...), consiste en organizar actividades útiles para sacar partido de lo que la gente distinta disfruta haciendo en distintos momentos.
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Reinventar la vida cotidiana significa rebasar los límites de nuestros propios mapas. (...)El paradigma del juego productivo es un encuentro sexual óptimo. Cada uno de los partícipes potencia los placeres del otro, nadie está pendiente del marcador y todo el mundo gana. Cuanto más se da, más se recibe. (...)Y a su vez la sexualidad podrá volverse más lúdica y menos urgente y desesperada.
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Nadie debería trabajar jamás. Proletarios de todos los países... relajaos!.»
Textos seleccionados de una pequeña "joya" que cae 'por casualidad' en mis manos...
obra de Bob Black de 1985 y que re-edita en Marzo de 2013 Pepitas de Calabaza de la que escribe el editor: "Para nosotros La abolición del trabajo es además de un armonioso canto a la vida un monumental corte de mangas al orden mental establecido."