Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y director  del Earth Institute en la Universidad de Columbia. También es asesor  especial del secretario general de Naciones Unidas sobre los Objetivos  de Desarrollo del Milenio.
"Acabo de regresar de Bután, el reino del Himalaya, cuya belleza  natural, riqueza cultural e introspección inspiradora resultan  incomparables. Desde la singularidad del reino hoy surge un conjunto de  cuestiones económicas y sociales que son de un interés apremiante para  todo el mundo.
En Bután, el desafío no es el crecimiento del producto interior  bruto, sino de la felicidad nacional bruta.
La geografía escarpada de Bután favoreció el surgimiento de una  esforzada población de agricultores y pastores, y ayudó a fomentar una  sólida cultura budista estrechamente conectada en historia con Tíbet. La  población es escasa -aproximadamente 700.000 personas en un territorio  del tamaño de Francia-, con comunidades agrícolas enclavadas en valles  profundos y unos pocos pastores en las altas montañas. Cada valle está  resguardado por un dzong (fortaleza) que incluye monasterios y  templos que datan, en su totalidad, de siglos atrás y que exhiben una  combinación dominante de arquitectura sofisticada y bellas artes.
La  economía agrícola y monástica de Bután fue autosuficiente, pobre y  aislada hasta hace pocas décadas, cuando una serie de monarcas  excepcionales empezaron a guiar al país hacia la modernización  tecnológica (caminos, electricidad, atención médica moderna y  educación), el comercio internacional (principalmente con la vecina  India) y la democracia política. Lo que resulta increíble es la actitud  reflexiva con la que Bután aborda este proceso de cambio y cómo el  pensamiento budista guía esa actitud. Bután se formula el interrogante  que todos deben formularse: ¿cómo se puede combinar la modernización  económica con la solidez cultural y el bienestar social?
En Bután,  el desafío económico no es el crecimiento del producto interior bruto  (PIB), sino de la felicidad nacional bruta (GNH, por sus siglas en  inglés). Fui a Bután para entender mejor cómo se aplica la GNH. No hay  una fórmula, sino un proceso activo e importante de debate nacional que  se adapta a la seriedad del desafío y a la profunda tradición de  reflexión budista de Bután. Allí reside la inspiración para todos  nosotros.
Parte de la GNH de Bután tiene que ver, obviamente, con  satisfacer las necesidades básicas: mejor atención médica, menor  mortalidad materno-infantil, mayores logros educativos y mejor  infraestructura, especialmente electricidad, agua y servicios  sanitarios. Este interés en el progreso material destinado a satisfacer  las necesidades básicas tiene sentido tratándose de un país con el nivel  relativamente bajo de ingresos de Bután.
Sin embargo, la GNH va  mucho más allá del crecimiento generalizado y a favor de los pobres.  Bután también se está preguntando cómo se puede combinar el crecimiento  económico con la sostenibilidad ambiental, un interrogante al que ha  respondido en parte a través de un esfuerzo integral para proteger la  vasta superficie forestal del país y su biodiversidad única. Se está  preguntando cómo puede preservar su igualdad tradicional y fomentar su  legado cultural único, y cómo los individuos pueden mantener su  estabilidad psicológica en una era de cambio rápido, marcada por la  urbanización y una avalancha de comunicación global en una sociedad que  no tenía televisores hasta hace una década.
Llegué a Bután después  de oír un discurso inspirador del primer ministro, Jigme Thinley, en la  Cumbre de Desarrollo Sostenible que se llevó a cabo en Nueva Delhi en  2010. Thinley había destacado dos puntos convincentes. El primero tenía  que ver con la devastación ambiental que había podido observar -entre  otras cosas, el retroceso de los glaciares y la deforestación- mientras  volaba de Bután a India. El segundo tenía que ver con el individuo y el  significado de felicidad. Thinley lo dijo de manera simple: todos somos  seres físicos finitos y frágiles. ¿Cuántas cosas -alimentos,  chatarra, anuncios de televisión, automóviles grandes, nuevos  dispositivos y últimas modas- podemos consumir sin trastocar nuestro  propio bienestar psicológico?
Para los países más pobres del  mundo, estos interrogantes no son los más apremiantes. Su mayor desafío,  y el más acuciante, es satisfacer las necesidades básicas de sus  ciudadanos. Pero, para cada vez más países, la reflexión de Thinley  sobre las fuentes máximas de bienestar no solo es oportuna sino urgente.
Todos  saben de qué manera el hiperconsumismo al estilo estadounidense puede  desestabilizar las relaciones sociales y conducir a la agresividad, la  soledad, la ambición y el exceso de trabajo al punto del agotamiento. Lo  que tal vez se admite con menor frecuencia es de qué modo esas  tendencias se han acelerado en Estados Unidos en las últimas décadas.  Esto tal vez sea el resultado, entre otras cosas, del ataque cada vez  mayor y ahora implacable de la publicidad y las relaciones públicas.  Cómo guiar a la economía para que produzca felicidad sostenible  -combinando bienestar material con salud humana, conservación ambiental y  resistencia psicológica y cultural- es una cuestión que es necesario  abordar en todas partes.
Bután tiene muchas cosas que siguen su  camino. Podrá aumentar las exportaciones a India de energía hidráulica  limpia extraída del río, ganando así divisas extranjeras de una manera  sostenible y capaz de llenar las arcas gubernamentales para financiar la  educación, la atención médica y las infraestructuras. El país también  está decidido a asegurar que los beneficios del crecimiento lleguen a  todos sus habitantes, sin importar la región o el nivel de ingresos
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Existen  riesgos importantes. El cambio climático global amenaza la ecología y  la economía de Bután. El consejo imprudente y costoso de McKinsey y  otras consultoras privadas podrían ayudar a convertir a Bután en una  zona turística degradada. Es de esperar que la búsqueda de la GNH ayude a  alejar al país de ese tipo de tentaciones.
La clave para Bután  consiste en considerar la GNH como una búsqueda perdurable y no como una  simple lista de control. La tradición budista de Bután entiende la  felicidad no como un apego a los bienes y servicios, sino como el  resultado de un trabajo serio de reflexión interior y compasión hacia  los demás.
Bután está embarcado en un viaje así de serio. El resto  de las economías del mundo deberían hacer lo mismo."
TRIBUNA:  Laboratorio de ideas Jeffrey D. Sachs  
 
Publicado en 
El Pais,  
05/09/2010
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/crecimiento/economia/budista/elpepueconeg/20100905elpneglse_5/Tes