«Sí. He viajado. Viajo para aprender, soy curioso. Viajar ha sido mi escuela, la escuela de la vida. Es la herencia de mi padre. Me dijo que más que bienes materiales, prefería heredar conocimientos. El sabía que viajando se aprende. Por eso nos enseñó a viajar. De pequeños, a mi hermana y a mí, nos dejaba a cada uno en la plaza del pueblo, nos pedía que diéramos una vuelta mientras él se cambiaba de banca y al volver teníamos que buscarlo. Así nos preparaba para enfrentarnos a lo desconocido. He aprendido mucho viajando y he conocido mucha gente, de todo tipo. Desde gente que viaja sin desplazarse, hasta gente que se desplaza sin viajar. Porque viajar es mucho más que moverte, viajar es cambiar.
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Mi manera de mirar el mundo ha cambiado, de una manera difícil de explicar, porque la metáfora de la mirada es muy restrictiva e insuficiente para dar cuenta del cambio. En una exposición fotográfica de ciudades africanas [en Londres], el autor advertía con un mensaje acerca de la imposibilidad de captar todo con la cámara. De manera contraria a lo que el giro visual argumenta, el sentido de la vista no es innovador, ni universal, más bien es medieval y occidental.(...) De modo que el sentido de la vista está privilegiado en Occidente, lo que explica la primacía del cuerpo y su categorización sexual y racial (Oyewumi, 2005: 4). Comencé la investigación con la premisa de cambiar mi mirada. Ahora me diluyo entre mis propias conjeturas. Cambiar la mirada ya no es suficiente. Buena señal. [...] Comencé la investigación con el firme propósito de cambiar de mirada. El resultado fue más allá. Mi mirada se diluía en agua. Investigar es ponerte en peligro.
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La diferencia es que ahora no estoy viajando. Me estoy quedando. Estoy echando raíces. No estoy tomando fotos, ni llevando recuerdos. Estoy haciendo presente, viendo el pasado desde aquí. Me estoy quedando fijo, mientras mi historia pasa delante de mí. Es ella la que viaja, no yo. Ya huí demasiado, ahora estoy afrontando. Elegí mi lugar favorito para hacerlo.
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En un balance general, estoy tranquilo por haber cumplido la tarea que me propuse y, por supuesto, por haber conocido gente maravillosa. No voy a ocultar que esto ha implicado dolor, la decolonización de uno mismo es dolorosa, dado que implica destruir ciertos conceptos sobre los que se basa la propia concepción del mundo[13]. Sin embargo, es un dolor muy liberador, resultado de desprenderse de los pesados lastres que vamos cargando, y continuar el camino con menos peso.
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No es nada fácil mantener el rumbo a solas. Como me dijo una amiga de Guatemala: “La vaina es colectiva”.
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Por una cuestión de humildad me recuerdo que no hay respuestas absolutas, sino pasajeras, y cada una abre muchas preguntas más.»
Africaneando, el viaje como forma de vida
Fernando Zarco Hernández
AFRICANEANDO Nº09[13] Osha, Sanya (2005) Kwasi Wiredu and Beyond. The Text, Writing and Thought in Africa. Dakar: Codesria, p. 64